Niña bella

Niña bella

miércoles, 9 de febrero de 2022

Una niña huérfana en navidad

 


UNA NIÑA HUÉRFANA EN NAVIDAD

(Cuento breve)

Hace poco una joven madre se suicidó. ¡Qué dolorosa es la muerte en vísperas de navidad!, y mucho más en esas circunstancias tan fatales.  Ya viene la tristeza de la noche callada, porque una madre se ha ido para no volver. Dicen que tomó un rumbo equivocado,  andando con hombres de mal vivir; y se hizo adicta a las drogas, finalmente después de una larga depresión, se arrojó del cuarto piso en un frío amanecer.

Sus manos le negaron una muñeca de ojos dormilones a su hijita, que ha quedado en la orfandad. Esa niña de cabellos desgreñados quedó olvidada, sin madre y sin amor; y guarda en un cofrecito una carta escrita por ella a Papá Noel.

Ella arrulla en sus brazos la imagen perdida de su madre, y pregunta por las calles, y por las plazas, ¿alguien ha visto a mamá? ¿Qué será de ella en esta navidad? ¿Quién le cumplirá sus sueños? Relatan las vecinas que nunca conoció a su padre, que creció entre gritos y golpes de un padrastro. Hoy tiene siete años, pero en sus ojos refleja toda la amargura del mundo, parece una anciana en su mirar.

Cuentan por ahí que sale por las calles junto a su abuelita. Y van caminando por la ciudad, entre las luces navideñas que parpadean; van de la mano buscando un refugio. Ya viene la nochebuena en que sonarán las campanas, y habrá panetón y champagne en muchas mesas. Y habrán niños en la tibieza del hogar, que abrirán sus regalos, y sus caritas sonrosadas se alegrarán con los soldaditos, los robots, las muñecas rubias y los carros a control remoto.
Pero la pequeña de nuestra historia, pálida y triste de espíritu, estará sola durmiendo en una cama prestada, porque la muerte temprana de su madre le arrancó la infancia, porque la fatalidad se cruzó en su camino, y dejó a su pequeña hija en las garras de este mundo insano.

Pero una tarde, Raquel, que así se llama la niña, sacó del cofre su carta y la guardó en su bolso. Y pasando por un centro comercial junto a su abuela, que vendía golosinas, venía hacia ellas un hombre disfrazado de Papá Noel, tocando una campanilla. Llevaba un gran costal al hombro, era ya de noche y caía una garúa de verano. Habían muchos niños alrededor, algunos con sus madres, y todos le entregaban papelitos y cartas. 

El hombre disfrazado bajó su pesado costal al suelo, y empezó a repartir juguetes. Los niños emocionados se alegraban y hacían alboroto, pero Raquel no se atrevía a entregar su carta, se había replegado timidamente en si misma. Papá Noel reparó en esta chiquilla, y acercándose le acarició la cabeza cabizbaja y sumisa.
Y el hombre le preguntó que deseaba para esta navidad, entonces la niña sacó de su bolsito su breve misiva.
Papá Noel la leyó y decía solamente: "Yo quiero que vuelva mi mamá".

Entonces conmovido sacó de su costal una caja, donde había una bella muñeca con un vestido rosado, y rubios bucles. Esta muñeca tenía una tierna particularidad: Se le apretaba la manito, y una voz infantil decía: "Ángel de la guarda, dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día." Esto logró el milagro de que aquella niña sonriera por primera vez en muchos días, y con ese instinto maternal que tienen las niñas, inmediatamente empezó a mecer en sus brazos a su muñeca.
¡Feliz navidad pequeña! le dijo Papá Noel, y agregó: "Niña linda, ¿sabes? esa muñequita te la ha mandado tu mamá". Y siguió su camino tocando su campanilla.

INGRID ZETTERBERG

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