Niña bella

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miércoles, 29 de diciembre de 2021

Un milagro en mi vida - De la vida real

 


Un milagro en mi vida

Hace exactamente 43 años....mi segundo hijo varón tenía 7 meses de edad....y gozaba de buena salud...hasta que un mediodía mi madre

siempre afanada en sobre alimentar a mi niño
le dio un plato de lentejas como almuerzo...
(pero mi madre y yo ignorábamos que él era
muy pequeño para comer menestras)...y a raíz 
de eso, empezó mi hijo con diarreas profusas
entonces al ver que no se le detenía el 
problema con ningún remedio casero...lo llevé
al hospital de emergencias pediátricas...
donde al evaluarlo los médicos, inmediatamente
lo internaron en la sala de cuidados intensivos...y le pusieron suero por vía 
endovenosa...

Me dijeron que estaba deshidratándose, yo me
asusté mucho al ver que mi hijito, de nombre
Favio, hacía sus deposiciones con sangre y
mucosidad...entonces el médico que lo atendía
probó inyectando dentro del suero un 
antibiótico, para contrarrestar cualquier
bacteria que estuviera causando la disentería
que se le había presentado, pero las horas
transcurrían y no mejoraba mi bebé, pasó toda
la mañana y la tarde, y ya iba oscureciendo
cuando entró el pediatra a ver a mi hijo 
nuevamente, y yo le hice una pregunta: "Doctor
¿corre peligro de muerte mi hijito? y el 
médico guardó absoluto silencio, y esto me 
aterró...entonces el médico salió cabizbajo
sin responder nada, mientras mi angustia iba
creciendo...

Yo veía el rostro de mi Favio de color 
ceniciento, y cuando anocheció ya blanqueaba
los ojos, y cada ciertos minutos podía 
escuchar como mi niño seguía evacuando líquido. Desgraciadamente estaba botando por 
el intestino todo el suero que le 
administraban...entonces empecé a orar 
llorando. Recuerdo que me vino a la memoria
el nombre de Jesucristo, y mientras toda esa
noche me paseaba por el cuarto de emergencias
con mi oración y mi angustia, las 
deposiciones de mi niño me seguían torturando
hasta que llegó la madrugada, aún estaba muy
oscura la habitación, y recuerdo que en medio
de mi oración ferviente y mi llanto, de pronto
toda la habitación de emergencias se iluminó
con una gran luz...pero no era ninguna luz
eléctrica...no...era una luz jamás vista por 
mí...llenaba el recinto, y de pronto empecé a
sentir una alegría súbita, ¡un gozo espiritual
tan grande se apoderó de mi alma, que se 
desbordaba! y empecé a agradecer a Dios su 
dulce presencia que me invadía, y a la vez
una seguridad de que todo estaría bien se 
apoderó de mí. 

De pronto me percaté que ya mi amado hijito
no había hecho ninguna otra deposición, en 
casi media hora, y así avanzó la madrugada,
hasta empezar a clarear, y pude darme cuenta
que ya mi hijo no había vuelto a tener 
ninguna otra diarrea..., lo había cambiado
de pañales y estaba limpio y seco. 
¡Gracias Dios mío! yo exclamaba llena de 
felicidad y fe...y amaneció al fin, y el rostro de mi niño pude ver sonrosado otra vez
como antes de estar enfermo.
Y trataba de jalar con sus manitos la jeringa
del suero...se había puesto otra vez inquieto
como todo niño sano.
A las pocas horas vino el médico y viéndolo
tan bien a mi bebé, no dudó en darle de alta.

Me llevé a mi hijo amado a casa, con la
seguridad de que mi Dios santo me había hecho
un gran milagro. Que había respondido a mis
desesperadas oraciones...Jamás olvidaré esa
experiencia ni aquella madrugada, en que Dios
se manifestó en mi vida.

Relato de la vida real

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