Bienvenidos a este blog titulado: PROSAS Y CUENTOS DE INGRID ZETTERBERG, donde voy a ir plasmando mis letras y algunos relatos de mi propia vida. Todo lo hago con amor con la intención de dejarles a mis hijos y nietos este legado de mi alma. Igualmente va dirigido a todos aquellos que les gusta el arte de las letras. Toda mi obra tiene legalmente los derechos de autoría. Cabe agregar que cualquier plagio está penado por la ley. Safe Creative Cta. 1006080193112
Niña bella
lunes, 31 de enero de 2022
Sagrado secreto (Carta)
Después de esta dura prueba
Todo se perdió
miércoles, 26 de enero de 2022
Hasta más allá de la muerte...(Prosa)
lunes, 17 de enero de 2022
Agonía de un amor
La noticia
Carta de Adelaida
viernes, 14 de enero de 2022
Breves líneas a mi amado
miércoles, 5 de enero de 2022
Te amé desde entonces...(Prosa basada en un sueño)
TE AMÉ DESDE ENTONCES
Europa de mis amores
martes, 4 de enero de 2022
Cuento "Una oscura navidad"
UNA OSCURA NAVIDAD
Hace algunos años había un hombre elaborando en un oscuro rincón, tarjetas navideñas con papel crepé. En su rostro había tristeza, y cada vez que terminaba de hacer una postal, la iba pegando en una alta y gastada muralla.
Había mucho bullicio en aquel lugar, un gran patio lleno de voces y rechinar de sombrías rejas. Se trataba de un penal.
De pronto hizo su aparición otro hombre, que se diferenciaba de los demás: Venía disfrazado de "Papá Noel", y aunque a carcajadas se reía, tenía la mirada lejana y muy triste.
Afuera de la atestada cárcel, aunque lloviera o el sol castigara con inclemencia, formaban largas filas las mujeres. Eran esposas, hijas y madres, y casi todas llevaban un niño lloroso en los brazos; otras tenían a inquietos chiquillos tomados de la mano. Había fatiga en sus pequeños rostros, había hambre y sed.
Al día siguiente sería la nochebuena para muchos presos injustamente encarcelados. Estarían en penumbra, lejos del hogar. Pero ese día era tarde de fiesta; habría chocolatada y panetón en el penal.
De pronto se inició un show navideño, y un ambiente de villancicos nostálgicos, flotaba en derredor. Los niños que iban llegando se ilusionaban y formaban rueda a un árbol de pino, que los presos días antes se habían afanado en armar. Alegrías inventadas por las manos laboriosas y cansadas de esperar.
Se sirvieron de pronto en bandejas de plástico, vasos llenos de chocolate tibio, y una tajada de bizcochuelo para todas las madres y niños. La tarde iba transcurriendo con tranquilidad.
Al día siguiente correrían lágrimas de ancianas madres, y jóvenes esposas, por aquel asiento que estaría vacío un año más. Había terminado la tarde, y el tiempo de visita se iba acabando.
Luego un ministro de Dios en el centro del patio elevó una oración. Todos inclinaron la cabeza y se santiguaron en silencio. Después vino el momento más doloroso: La despedida tras las rejas, y los últimos besos con sabor a sal, y un ¡Feliz Navidad, mi amor! Y unas manitos pequeñas que querían asirse de papá, y es que los niños no entendían porque su padre se quedaba y ellos llorando se iban.
Después, ni un susurro invadió el penal. Solamente el acostumbrado sonido de los gruesos llaveros en las oxidadas cerraduras. Pronto anocheció, y a lo largo de los corredores a veces un sollozo ahogado de algún presidiario, llenaba el silencio...
INGRID ZETTERBERG
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