Bienvenidos a este blog titulado: PROSAS Y CUENTOS DE INGRID ZETTERBERG, donde voy a ir plasmando mis letras y algunos relatos de mi propia vida. Todo lo hago con amor con la intención de dejarles a mis hijos y nietos este legado de mi alma. Igualmente va dirigido a todos aquellos que les gusta el arte de las letras. Toda mi obra tiene legalmente los derechos de autoría. Cabe agregar que cualquier plagio está penado por la ley. Safe Creative Cta. 1006080193112
Niña bella
viernes, 31 de diciembre de 2021
Te confieso
jueves, 30 de diciembre de 2021
De turismo en Salzburgo
¿Habrá esperanza aún?


Dos odres nuevos


A escondidas


El payaso
miércoles, 29 de diciembre de 2021
Caminos del ayer
A tus doce años
bozo que descubrí ayer sobre tus labios. Tus manos,
(nunca del todo limpias) sostienen todavía un trocito de plastelina mientras duermes. Tu lupa está sobre la
mesa de noche, con la que agrandas a tu antojo los insectos, las hojas quemadas del otoño; y hasta tus huellas digitales.
Sobre el escritorio, "tu chequera", en la que escribes imaginarias sumas,con la que juegas a ser hombre.
Y a tu lado la ventana, por donde tu niñez se va escapando cada día. Mañana, al partir para el colegio, quizás me digas con tu voz que ya va para hombrecito: -"Mamá, prepárame un pastel de chocolate.-" Y con tu mochila a la espalda, repleta de desordenados cuadernos, saldrás corriendo porque se hace tarde.
Y yo estaré feliz a tu regreso, porque puedo decirte aún que te laves las manos; porque habrás de dormirte cada noche bajo las caricias de mis miradas. Pero un mañana muy lejano todavía, que habrá de llegar dentro de un instante, me dirás muy serio: -"Adiós mamá,no sé cuando vuelva, quizás pronto, no te preocupes por mí." Y ya no trotarás como un potrillo, te irás pausado y seguro a encontrarte con la vida. Y yo sé que algo en mí no volverá jamás a vivir; y me preguntaré si todo lo que he hecho lo hice bien, o si en algo te he dañado.
Y de todos estos años, que se están yendo no sé a donde, ...¡Irrecuperables!, quizás sólo me quede aquel poquito de dientes de leche, y algunos juguetes viejos que guardo en un rincón de mi ropero; entonces vuelvo a mirarte antes de apagar la luz, y me digo para consolarme: -"Pero bueno hijo mío, aún tienes rostro de niño."
Pan tierno
Año 1,985
Hoy miraba una casita que tú habías dibujado, tenía la puertecita torcida, y los colores de tu infancia. En ese momento, me llené de nostalgia, y de la ausencia del mañana. Pues supe que algún día me hará falta la inocencia de tus manos, suaves, sucias y tiernas. Y no escucharé más en medio de la mañana,tu vocecita pequeña cantando una vieja canción de escuela.
Y en aquel tiempo te buscaré en las hondas pupilas, y en los rebeldes silencios. Y le preguntaré a mi cansado corazón: ¿Dónde se fue mi niña? ¿Dónde se me perdió? Y cuando llegue las siete de la noche, en nuestro dulce comedor no sonarán tus risas desdentadas, ni perseguirás a tus hermanos, ni habrá puré derramado en las alfombras.
Entonces será la hora más callada, más vacía; la hora de la espera. Y sabré que dentro de ti, a esa niña nunca volveré a encontrarla. Por esta nostalgia de mañana, yo quiero abrazarte ahora, que aún está fresco el dolor de mis entrañas. Que aún no te ha robado la vida, las canciones de tu boca. Por esta tristeza, hoy quiero saciarme de tu alegría, y del pan tierno de tus seis años.
INGRID ZETTERBERG
AÑO 1,985
Dedicado a mi amada hija Claudia
De tu mano
ternura y rezongos de tu voz...
Oscurece.
¡Si supieras el frío que esta tarde deambuló por mi casa!
Los niños murmuran en la sala delicias infantiles,que ya no encajan
en mi tamaño ser.
Pero aún me siento niña, porque me hace falta aquella vieja cocina, donde humeaba el pan de tu cansancio,porque murió el camino que recorrí de tu mano.
Madre, que importa si ya pasó el verano con su música; el invierno también suele regalarnos flores.
Dedicado a mi amada mamá
(In memorian)
Orfandad
El ataúd blanco - De la vida real
Compañero de juego - De la vida real
Julio, amigo, hermano, hoy estás en el ayer, con tu caja de cartón, repleta de juguetes; y ese beso tuyo sumiso, que impregnó mis cabellos con tu inocencia.
Bajo la tibieza del patio que nos vio crecer, y las paredes que despintó el tiempo, te he visto en mis visiones de otoño.
Llevabas mameluco rojo, botas cortas, y un terco penacho sobre la frente. Y jugabas conmigo entre tus trompos, canicas de colores y mis muñecas. Nuestros carnavales mezclados con nuestras risas, regresan a mí. Tus palomilladas, roturas de cabeza entre lágrimas, y mis rodillas raspadas, se desvanecen como los charcos bajo el sol de nuestra infancia.
Sólo me queda una vieja ventana, y mi rostro de niña angustiada, tras tus pisadas, que no regresaron del colegio una tarde. Oscureció luego, y a mi alma apretujada regresó la vida, cuando decidiste devolverle a nuestra larga escalera, tus pasos. Desde entonces supe que te quería, compañero, hermano, que solías leer conmigo historias y cuentos, y reir, reir... hasta ahogarnos.
Julio, tu nombre se desliza suave, desde mi corazón, y fluye solitario entre mis páginas, como un llanto.
Cuento - El duende
Me encuentro caminando por una calle silenciosa y oscura. Voy abstraída en mis pensamientos, y de pronto escucho algo así como un silbido agudo y prolongado. A lo lejos hay un farol encendido, y siento que la curiosidad me atrae hacia aquella esquina, junto a la cual hay un frondoso árbol; al acercarme el ambiente se torna helado, (muy extraño por ser verano), esto me infunde temor; y de pronto alcanzo a vislumbrar una pequeña silueta que estaba escondida detrás del árbol.
Al principio creo que se trata de un niño, pero al instante descarto este pensamiento,...¡No!...me digo a mi misma, ¿un niño solo en la calle, y a estas altas horas de la noche? ¡Imposible! Al instante puedo ver su figura, está enteramente vestido de rojo, pero lo más impactante es su rostro avejentado y macabro. Ensequida me doy cuenta que se trata de un duende, y me invade una oleada de pavor. Una voz interior me dice; ¡Aléjate y no lo toques! ¡es un demonio! ¡huye!
Tiempo después me entero por medio de los vecinos, que ese parque era llamado: "El parque de los duendes", y que años antes habían sucedido en torno a esa esquina, cosas muy lúgubres; incluso en una ocasión encontraron allí el cadáver de una joven, que extrañamente tenía todo el cuerpo cubierto por un polvo dorado. Entonces comprendo que aquella noche la divina providencia me había librado de una muerte segura.
Después
Me preguntaban: ¿Cuándo vas a recoger tu lámpara que en el camino has olvidado? Y yo les contestaba: -"Después,
después, después..." Pero sus voces subían cada vez más alto, sacudiéndome la vida, el alma, los huesos. Y me seguían preguntando: -"¿Cuándo vas a levantarte de entre la piedra y el polvo?" "Ya viene el día y el descanso, y el hundimiento de las sombras."
Entonces desperté, palpando con mis ojos y mi ser, el derrumbe de los hombres, y agitábase muy cerca el nacimiento de mil años. Cogí mi lámpara, y me eché a andar, y ya no hubo más después, porque ese "después" había llegado.
INGRID ZETTERBERG
Con mis alas heridas
Cuento - El regalo que llegó del cielo
Corría el año 1,942, y el fragor de la segunda guerra
Siendo aliados de Inglaterra, peleaban contra la Alemania nazi. Meses antes de partir a la guerra, Benny le había prometido a su pequeña niña, Mildred, el regalo que más ella ansiaba: Se trataba de un cachorrito el cual su papá le había prometido para esa navidad. Benny Milton se había esperanzado en que quizás le darían permiso para volver a casa en noche buena. Pero recibió de parte del Capitán, la noticia de que no habrían permisos en ese año para ningún oficial de la marina. Mas un presentimiento llenó el corazón de Benny Milton.
Tuvo una noche un sueño en que veía a su joven esposa y a su hijita Mildred, alejarse solitarias por un largo sendero, ambas vestían trajes de luto. Y Benny despertó angustiado. Fue este sueño triste lo que convenció al alférez de nuestra historia, de enviarle a su amada esposa un mensaje por radio, que decía escuetamente: "Amor, si algo me llegara a suceder, cómprale un cachorrito a mi Mildred, pero dile que papá se lo envía desde el cielo."
Se interrumpió la llamada, y la señora Milton se recostó en un sofá con pálido semblante y una angustia que le llenaba el alma. En esa navidad de dolor no habrían villancicos ni el arbolito de pino junto a la chimenea. Todo era soledad. Una madrugada el navío estadounidense fue duramente atacado por una embarcación alemana, y desgraciadamente el alférez de fragata, Benny Milton junto a otros tres compañeros, resultaron muertos. Era el amanecer del 21 de Diciembre de 1,942.
A fines del mes de Enero, una tarde llamaron a la puerta de la familia Milton, en la ciudad de Michigan. Atendió la señora, y vio delante de ella al Capitán de corbeta, de apellido Howard, quien fue el encargado de darle la infausta noticia; a lo cual ella quedó en estado de conmoción.
Dos meses después recordó con dolor el dulce encargo de su esposo para su amada hija. Y sacando fuerzas de donde no las tenía, se apersonó a una tienda de mascotas y escogió un tierno cachorrito de raza Golden retriever, el cual fue enviado al día siguiente a la casa de los Milton. La pobre madre fingió sorpresa al verlo, pues Mildred con toda la inocencia de sus infantiles años, había bajado corriendo las escaleras, y al contemplar al pequeño cachorrito lloró de alegría y emoción, diciendo alborozada: "¡Papá no se olvidó! mami, mami: ¡Papá no se olvidó!".
Fue entonces que la niña se percató de la ausencia de su padre, y preguntó: "¿Y papá no llegó con el perrito?" A lo que su madre respondió: "Papá te lo envió desde el cielo, mi amor."
Y desde entonces, a pesar de aquel adorable cachorro, supieron para siempre, que ya nunca nada sería igual; y que no habrían más navidades como las de antes.
FIN
INGRID ZETTERBERG
Perdido en las drogas - Relato de la vida real
Un joven de 16 años solía ir a una iglesia cristiana, y se integró al grupo de los jóvenes que también
asistían allí.
Cada domingo se congregaban para alabar a Dios, y los sábados se reunían para practicar sanos
deportes. Pero el padre de este jovencito no estaba de acuerdo con que su hijo fuera a la iglesia.
Y muy enfurecido hasta llegó a hablar con el pastor, para decirle que a él no le agradaba ver a su
hijo en los caminos del Señor.
Incluso le prohibió al joven toda amistad con los adolescentes de la iglesia.
Craso error fue este, ya que el joven empezó a juntarse con los muchachos del barrio, y en poco
tiempo empezó a hablar palabras soeces. Pasó un año, y de pronto aquel padre empezó a alarmarse
al encontrar a su hijo fumando marihuana, encerrado en su cuarto.
Se asustó, y un buen día acudió este hombre a aquella misma iglesia, y pidió hablar con el pastor,
suplicándole que por favor fuera a su casa a conversar con el joven, pues se hallaba perdido
en el camino de las drogas. El pastor acudió inmediatamente al hogar del muchacho, y le pareció
que aquel no era el mismo joven de hace tiempo; su mirada y su corazón se habían endurecido,
y ninguna de las palabras del pastor alcanzaban su alma. Parecía que tenía una coraza puesta.
El siervo de Dios se afligió, pero de pronto se le ocurrió una última idea y le dijo al adolescente:
-¿Me permites orar contigo?-
Ambos se arrodillaron y empezaron a orar, el chico apenas balbuceaba, y de pronto cuando
finalizó la oración, el pastor pudo ver con regocijo el rostro de aquel jovencito bañado en lágrimas.
El Espíritu Santo había tocado su corazón nuevamente; se había abierto una luz de esperanza;
acababa de reconciliarse con Jesucristo, su Señor.
Al día siguiente que era domingo, se hallaba en la primera banca de la iglesia, aquel joven
acompañado de su padre.
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